1 Corintios 16:14 (Reina Valera 1960)
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El amor de Cristo es incondicional, sin embargo entre los hombres no siempre sucede de esa manera. En ocasiones algunas personas que se dicen cristianas parecen contradecir este hecho con sus acciones y palabras en especial. Con las personas no creyentes.
Es más fácil amar a los que nos aman y no a aquellos que odian nuestras convicciones, niegan la existencia de nuestro Señor y del gran sacrificio de nuestro amado Jesucristo.
Pero esto no hace más que alejarlos más de nuestro Dios. Si actuamos de esta manera, estamos actuando de acuerdo a las convicciones del mundo amando a quienes nos aman y odiando a quienes nos odian, así negamos las enseñanzas de las Escrituras.
Es por eso que como creyentes debemos amar y preocuparnos por los no creyentes sin importar su punto de vista hacia nosotros, por el simple hecho de demostrar el amor genuino de Jesucristo para con todos y preocuparnos por la salvación de sus almas.
El amor incondicional de Dios no dará discernimiento y sabiduría a través de la oración y la meditación en su Palabra, pues es ahí donde podremos recibir el poder del Espíritu Santo para amar.
Así no importa el lugar donde nos encontremos ni las situaciones que puedan acontecer, todo siempre lo debemos hacer con amor, pues siempre podemos ser un ejemplo viviente del amor de Dios y podemos demostrarle al mundo que somos diferentes porque Cristo vive dentro de nosotros.
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